martes, 10 de abril de 2007

Tommy Donnelly hace lo que puede

Hay otras más rimbombantes, más acordes quizás con el concepto de grandeza y excepcionalidad, pero la definición de héroe que más me ha gustado siempre es (aparentemente) la más simple: "Un héroe es todo aquel que hace lo que puede". Toma ya. Ni tambores ni gaitas. Ni salvamentos ni voladuras ni aliento contenido. Ni ruido. El que hace lo que puede. (¿Entonces... no somos todos héroes? Pues no. Paraos a pensar...). Bueno, la cuestión es que la frase, del escritor francés Romain Rolland, se me vino a la cabeza hace poco al encontrarme en la pantalla con Tommy Donnelly (abajo, en primer plano), un chico-hombre tan enclenque por fuera como la definición de arriba y tan rotundo y bestia por dentro como... sí, como la definición de arriba, también. Tommy Donnelly es ese tipo de héroe porque hace lo que puede por la familia. Pronúnciese "la familia" con la garganta rota, tonillo Corleone y trazo oscuro. Porque ése es exactamente el aire familiar de Tommy: una madre viuda (¿alguien adivina cómo murió su marido?) y tres hermanos por los que dar la vida en un barrio marginal de Nueva York donde controlar un sindicato, una lista de apuestas y hasta una esquina es cuestión de rifa o muerte. O de susto (ya sabéis: dedos cortados, sobres con sorpresas, amaneceres de almohadas y cabezas equinas seccionadas...). Pero como hemos quedado que aquí nada es tan rimbombante, dejémoslo en que Tommy Donnelly, hasta ese momento en que tenga que dar la vida, se desgasta dando a esos hermanos cafres su tiempo, sus ganas y, peor aún, su moral. Y por eso es un héroe. Por ser capaz, sin perderse del todo, de renunciar a sí mismo (él nunca extorsionaría, nunca mataría, nunca robaría, pero...) por mantenerlos a todos a flote, aunque él no pare de tragar agua.

Tommy Donnelly fue real, aunque ahora sea ficción. Es el personaje principal de la serie del momento (bueno, de "mi" momento), The Black Donnellys, creada por Paul Haggis y su coguionista habitual, Bobby Moresco (juntos tienen un Oscar por el guión de Crash, premio al que también optó Haggis en solitario por el guión de Million Dollar Baby), como pago a las historias escuchadas a los padres. Me explico. El título de la serie es en realidad el apodo de los verdaderos Donnelly, una familia canadiense de origen irlandés que en el siglo XIX se vió envuelta en una masacre de esas que se buscan en las hemerotecas en la localidad de Lucan (Ontario). Por lo visto, la enemistad entre las distintas familias (mafiosillas, se entiende) de allí era tan bestia que las anécdotas eran famosas en los pueblos de alrededor, y se fueron transmitiendo de generación en generación, algo así como una mezcla entre los quiebros de Luis Candelas y el eco de Puerto Urraco pero en versión nevada y con medias pintas y con devoción a San Patricio. El caso es que fue así como Paul Haggis conoció a los Donnelly y así fue como fue pariendo en su cabeza a los cuatro hermanos "oscuros": Tommy (Jonathan Tucker, Hostage, Pulse) a la cabeza; el guapo-tontolaba-pero-sensible Sean (Michael Stahl-David); el 'gripao' Kevin (Billy Lush, A dos metros bajo tierra, Sin rastro); y, en la punta más afilada, el cabronazo de Jimmy (Tom Guiry, Black Hawk derribado, Tigerland), siempre dispuesto a aumentar la soledad (condición primera del héroe) de su hermano Tommy y a aprovecharse, sin saberlo, de la culpa y/o responsabilidad (condición segunda del héroe) que éste siente por un "incidente" de su infancia (no desvelo más...). Y, por supuesto, Haggis creó a Jenny (Olivia Wilde, Alpha Dog, O.C.), la 'irish' pegada al incondicional latido de Tommy. Porque el chico también sufre, con permiso fraternal, por el amor de su vida.

The Black Donnelys, salida de la NBC (la responsable de Urgencias, The Office -la versión yanqui, claro- y, casualmente, Héroes, que acaban de estrenar aquí las autonómicas) no tiene fecha de estreno en España, pero ya sabéis de las maravillas de la red... Tampoco tiene la negrura de Los Soprano, ni la densidad de la relación fraterno-amistosa de los niños de Mystic River, ni la sobriedad de Palminteri haciendo suyo al pequeño Calogero en Una historia del Bronx. Pero se respira un poco de todo ello, se sostienen bien las tramas y aunque se echa de menos algún giro o evolución (hay tiempo, por ahora he visto sólo los seis primeros episodios...), los personajes están muy bien definidos casi desde el piloto. Los diálogos son ágiles, los guiños no chirrían nada (hay congelados con paso a flashbacks y un narrador cachondo frivolizando con cada gota de sangre) y, poco a poco, todo alrededor de Tommy va tomando cuerpo, oscuridad y peso.
Aún a oscuras, él sigue haciendo lo que puede.

1 comentario:

H.Wells y X.Bea-Murguía dijo...

Hoooooooooooooooooooola!

Soy el primer comentario... Jeje. Qué bien. Siempre te he dicho, desde que escribías en mi revista esa columnilla sobre cine, que me encanta como escribes. Ya era hora de que te animaras.

Por aquí me voy a pasar mucho, si señora, en actitud reverencial, como no puede ser de otra manera.

Me encanta. Ya he puesto un enlace en mi blog.

Ahora voy a acabar un recado que estoy haciendo a mi señora...

Besos

Javier