
Deadwood es LA serie. Es cine y es barro y sudor, y huele a pólvora y te mancha de sangre y te golpea y te escuece, y duele como el pus bajo la piel. A veces aturde, porque es imposible hacer tanto y tan buen cine, así, pa'la tele (la HBO, que hace milagros con su sello de calidad: Los Soprano, El séquito, Big Love, Curb Your Enthusiasm, A dos metros ba

Recuerdo que la primera vez que me hablaron de ella se me bajaron las ganas al suelo al oír que era "un western". Con perdón de mis amigos cinéfilos, confieso que, salvo casos contados, nunca he sentido gran devoción por el género (a ver, me encantan Centauros del desierto, Raíces profundas, Río Bravo, Las aventuras de Jeremiah Johnson, Horizontes de grandeza, El último mohicano, pero no mucho más...). Menos mal que, aun así, me asomé al primer capítulo.
Y me encontré con Al Swearengen (Ian McShane, Scoop, en primer plano en la imagen de abajo), un ser repugnante y cruel, dueño del saloon La Gema y propietario, por ende, del whisky, las mujeres y el juego de Deadwood. Sitúo: estamos en julio de 1876 y Deadwood es una floreciente ciudad de Dakota, sin leyes y con un yacimiento de oro que es imán para cientos de personas que atraviesan el país para fabricarse un futuro... Volvamos a Swearengen. A la segunda mirada de control y hielo de este hombre al que fijo le apestan hasta los tirantes, ya se intuye que lo menos malo va a ser la muerte. Él bebe y bebe y observa y manda, y por las tablas de su local va desfilando la peña, todos con un propósito, todos c

Lo mejor no es la calidad de la serie, sus diálogos contundentes y bestiales, su diseño de producción y vestuario, su factura, sus premios (7 emmys, un Globo de oro -mejor actor para McShane-), su aportación didáctica (los primeros pasos de la libertad de prensa, por ejemplo, o de la censura, o cómo se hacía frente en esa época a un cálculo de riñón o a la muerte o a la violación, la dignidad, la avaricia...)... Lo mejor no es, tampoco, que ya esté editada en DVD. Lo mejor es que todo ocurrió de verdad. Deadwood existe, existió, al igual que la mayoría de sus personajes... Los que aguantaron allí contaron su historia.